No fue tu sonrisa solo lo que me atrajo de ti,
fue mi corazón el que calló en el delirio,
no fui yo quien decidió nunca decido,
solo acepto el camino que él elije para mí.
Tú consigues cada día hacerme sonreír,
Sin palabras con un solo gesto divino,
Caigo rendida a tus pies, el cielo acaricio,
Con una mano y con la otra me aferro a ti.
Déjame el camino libre hasta tu puerta,
Por la senda de tu piel caminaré,
Subiré hasta tus ojos, trepando por las letras,
De este poema que solo para ti compondré.
Déjame las ventanas de tu cuarto bien abiertas,
para entrar con el suspiro de la noche en él,
me marcharé con los rayos de luz del alba,
y la fragancia de tu cuerpo inscrita en mí ser.
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